La envidia
Si te creías
Que hacías
la paz
Señalando la
maldad
En quien
encarna tus culpas…
Si te creías
Que hacías
la paz
Y ya, con
eso, dabas tu cuota
Para estar
del lado de los buenos…
Si te creías
que al divulgar
A tu diestra,
y solo a tu diestra,
Que tu
antagónico es siniestro…
Lamento la
oscuridad de tu arte ingenuo.
Sólo has
encontrado
Una manera
más
De hacer lo
mismo:
Satisfacer
tu ambición.
No has sido
más que un agente enceguecido
Ante la oportunidad
falsa.
De allí lo
inútil que te sabes,
Al regresar
a casa, entrar en la cama
Y abrazarte,
del terror,
A ese amor
incierto
Que en la
mañana luces,
Para
encubrirte, una vez más.
Si te creías
Que bastaba
denunciar,
Sentar el
precedente
De que tú sí eres un ejemplo
Y que es por
jugar a ser el ejemplo
Que ya
mereces el premio,
Y llegas con
tu amor
A la oficina
del jurado
A reclamar tu
pago por servir a tu manera
A aquello que
rigurosamente
Haces tu
tema, tuyo y solo tuyo,
Porque es
que tú sí sabes; porque es que los otros…
Desanda tu
oportunismo;
Perdona a tu
hermano,
Déjalo
seguir
…
También él,
a su modo,
Ha hecho su
tarea.
Vuelve en
ti. Agradece
Cada regalo
que has recibido
De este
mundo al que
En el fondo
miras con odio.
Trágate tu
rencor y emprende
De nuevo tu
trayecto.
El tuyo.
El que has
olvidado,
Al perseguir
el espejismo del premio.
Reconócelo:
estás lejos de ti.
Óscar Alfonso
Agosto 19 de 2015