jueves, 2 de junio de 2022

El ajedrez de la partida

El esposo de la madre reta a aquel que no es su hijo
a un juego bajo la intención de ilustrarle en las artes
de la guerra.

No obstante que su adversario es un guerrero armado,
instruido en las técnicas de reducir y, de ser necesario,
aniquilar al oponente, el niño sin padre, intuitivo
e ingenioso, disfruta la danza de la mente;

así, en tanto se defiende, protege a sus peones, 
a sus caballos, a sus alfiles…
sin proponérselo, cerca a su atacante y está ya
a una jugada de vencer.

El niño es demasiado niño para ver lo que sucede
por fuera del tablero: puedes ser
un buen jugador; pero, en esto de la vida, ganar el juego
puede ser perder la guerra. “El juego es lo de menos”,

piensa el militar quien se levanta de la silla, da un puntapié
a la mesa
y sentencia: “cría cuervos y te sacarán los ojos”.

2 comentarios:

  1. ...ganar el juego puede ser perder la guerra....si y solo si, estas concentrado en lo que esperas recibir...así como los guerreros deben estar atentos a cubrir todos lo puntos para defenderse de todas las flechas que apuntan a matarlo, así mismo el guerrero debe estar atento a dejar entrar esos rayos de sol que le devuelven la vida....Hay que estar alerta, mira a tu alrededor y utiliza la balanza

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    1. Gracias, Tiana por tu lectura atenta y generosa. Aquí es raro el sistema de la balanza... también se puede pensar que perder esa guerra, en la que se estaba involucrado en total inocencia, sea una lección fundamental para la vida... Es curioso ahí que el problema sea que para cada personaje es necesaria una balanza particular... Una para ese tipo de guerrero que, como tú dices, está concentrado en lo que espera recibir (la victoria que en este caso persigue el militar), y otra para el niño que se complace en la danza, recibe cada ataque, responde y en ese proceso, sin esperarlo vence a su rival. No pueden medirse en una misma balanza: son conciencias diversas.

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