domingo, 24 de abril de 2016

Como quien busca a tientas la voz de lo sagrado

La envidia


Si te creías
Que hacías la paz
Señalando la maldad
En quien encarna tus culpas…

Si te creías
Que hacías la paz
Y ya, con eso, dabas tu cuota
Para estar del lado de los buenos…

Si te creías que al divulgar
A tu diestra, y solo a tu diestra,
Que tu antagónico es siniestro…
Lamento la oscuridad de tu arte ingenuo.

Sólo has encontrado
Una manera más
De hacer lo mismo:
Satisfacer tu ambición.

No has sido más que un agente enceguecido
Ante la oportunidad falsa.
De allí lo inútil que te sabes,
Al regresar a casa, entrar en la cama

Y abrazarte, del terror,
A ese amor incierto
Que en la mañana luces,
Para encubrirte, una vez más.

Si te creías
Que bastaba denunciar,
Sentar el precedente
De que tú sí eres un ejemplo

Y que es por jugar a ser el ejemplo
Que ya mereces el premio,
Y llegas con tu amor
A la oficina del jurado

A reclamar tu pago por servir a tu manera
A aquello que rigurosamente
Haces tu tema, tuyo y solo tuyo,
Porque es que tú sí sabes; porque es que los otros…

Desanda tu oportunismo;
Perdona a tu hermano,
Déjalo seguir

También él, a su modo,
Ha hecho su tarea.
Vuelve en ti. Agradece
Cada regalo que has recibido

De este mundo al que
En el fondo miras con odio.
Trágate tu rencor y emprende
De nuevo tu trayecto.

El tuyo.
El que has olvidado,
Al perseguir el espejismo del premio.
Reconócelo: estás lejos de ti.


Óscar Alfonso
Agosto 19 de 2015

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